Educar en el respeto y la igualdad
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13 mayo 2019Desde el primer minuto de vida de nuestros hijos, la comunicación con ellos es necesaria y primordial.
Durante la primera etapa del recién nacido, su comunicación es mediante el lenguaje corporal. El llanto, los movimientos, la tensión en sus manos, son señales que debemos observar para percibir en qué estado se encuentra nuestro bebé.
Por nuestra parte, las caricias, las miradas, movimientos suaves al cambiarlo, el contacto visual y usar un tono cariñoso al hablar, son claves para proporcionarle seguridad y protección. La comunicación es importantísima y aunque no te des cuenta, es recíproca.
Tu peque interactúa contigo a partir de gestos y sonidos que te dan pistas acerca de su estado de ánimo o te avisa de cualquier posible desajuste o molestia.
Es una capacidad innata que tienen los bebés que van desarrollando y perfeccionando con el paso de los días.
Si observas sus expresiones, te darás cuenta de la cantidad de información que el peque te regala sin pronunciar una sola palabra. Mírale a la cara y descubre lo que quiere decirte.
Sonríele.
Con cualquier gesto tuyo de afecto estás estimulando sus sentidos y eso reforzará el lenguaje que estáis usando. Verás que a medida que pasan los días, esa sonrisa te la devolverá casi al momento.
Compartir esa experiencia íntima con él e intuir que el peque está a gusto contigo, te reconfortará y te hará sentir una gran satisfacción.
Esta forma de comunicación debería mantenerse durante el crecimiento de nuestros hijos y prolongarse lo máximo posible. El cariño, el respeto, la paciencia, son ejes claves de la comunicación para programar una sólida autoestima y un correcto desarrollo de las emociones en el futuro.
Qué podemos hacer para mejorar la comunicación:
Participa en la comunicación con tu peque usando todos sus sentidos. Estimúlale e interactúa con él. Háblale y tócalo, hazle suaves masajes que ayuden a mejorar su tonicidad muscular.
La piel es el gran receptor sensorial en las primeras semanas de vida, además el contacto físico estimula la producción de la hormona del crecimiento.
Ponle música, dale un sonajero, muéstrale objetos de colores llamativos, acércate a unos 20-30 cm de su cara y hazle gestos cariñosos, a esa distancia es cuando mejor enfoca.
Evita el uso de fragancias fuertes para no enmascarar tu olor corporal, el bebé tiene la capacidad de reconocer a su madre a través del olfato.
Los recién nacidos entienden el lenguaje aunque no entiendan las palabras. La forma en la que le hablas, lo mueves, lo cuidas, lo tocas, le permite captar tus emociones y tu actitud hacia él.
Del mismo modo, el peque, sin ser capaz de diferenciar las diferentes emociones, es capaz de producir sensaciones que te dan indicativos de cómo se encuentra en ese momento.
Es importante la delicadeza y el respeto para empatizar con el peque. Piensa que proviene de un medio muy diferente al actual y que cada día hace un esfuerzo para adaptarse a las nuevas situaciones.